Mientras la noche del martes 5 de noviembre el mundo occidental estaba pendiente de la elección de Estados Unidos, con Donald Trump como el ganador, los cárteles de droga en México también estaban atentos al resultado. Y es que el regreso de Trump a la Oficina Oval significa para los cárteles tener a un enemigo beligerante durante, al menos, cuatro años. Trump ha prometido usar una mano dura para acabar con el narcotráfico en el mayor mercado global de drogas, armas y migrantes irregulares en tiempo récord.
Durante su campaña, Trump se comprometió a considerar acciones militares en suelo mexicano para asegurar su frontera sur. En una entrevista con Fox News en julio, Trump confirmó que su plan de bombardear México para destruir instalaciones estratégicas de los cárteles, como laboratorios clandestinos de fentanilo, sigue en pie. Los cárteles que más trafican fentanilo están en la mira de Trump, específicamente las tres escisiones más fuertes del Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Otros grupos criminales que se sabe que exportan fentanilo también están en la lista de Trump, aunque no han sido mencionados explícitamente como enemigos públicos. Estos grupos incluyen a La Nueva Familia Michoacana, el Cártel del Golfo y el Cártel de Juárez. Las agrupaciones criminales locales cuya principal fuente de recaudación son delitos distintos al narcotráfico a nivel global, como la extorsión o el secuestro, no están en el interés de Trump.
Trump ha dejado claro que su principal objetivo es frenar el tráfico de drogas. Además, ha anunciado que impondrá aranceles del 25 al 75% a todas las importaciones de productos desde México si el gobierno mexicano no detiene una avalancha de criminales y drogas hacia Estados Unidos. Trump también ha expresado su intención de sancionar el narcotráfico con pena de muerte, una propuesta que ha causado furor entre sus seguidores.
Sin embargo, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, firmada por ambos países, establece que la nación que recibe a un presunto delincuente para ser juzgado en el extranjero debe comprometerse a no aplicar la pena capital si ese castigo no está vigente en el país de origen. En cambio, Trump podrá hacer uso de la amenaza de declarar a los cárteles como organizaciones terroristas y abrir la puerta a un desafío en la frontera si el gobierno mexicano no acelera las extradiciones para castigar a los capos de la droga con cadenas perpetuas en cárceles de máxima seguridad.
En cuanto a Kamala Harris, ella había prometido duplicar los recursos del Departamento de Justicia para destruir a los cárteles de la droga y cortar el flujo de fentanilo, un negocio que tiene un valor anual de unos mil millones de dólares. Además, había propuesto mayores controles en la compra de armas para evitar que fueran revendidas a los cárteles y una nueva era de cooperación con la administración de Claudia Sheinbaum para intercambiar información que llevara a arrestos relevantes con fines de extradición.
Sin embargo, la estrategia de Harris no convenció a los votantes y perdió el estado crucial de Pensilvania, sellando su derrota hacia la Casa Blanca. Ahora es el turno de Donald Trump, quien parece haber aprendido que, en política, no hay medias tintas: la mano dura gana más elecciones que la mirada inteligente.,