Pavel Durov, creador de Telegram, se encuentra en una situación similar a la de Ayn Rand y sus ideales objetivistas, ya que ambos nacieron en la URSS y se opusieron al comunismo y al poder centralizado. Sin embargo, mientras Rand se dedicó a la filosofía, Durov creó soluciones tecnológicas para facilitar la comunicación libre entre personas.
Recientemente, Durov ha sido arrestado y acusado de no moderar adecuadamente la actividad delictiva en Telegram, lo que llevó a su detención. Se le acusa de no hacer lo suficiente para impedir la desinformación, la existencia de grupos neo-nazis, la pedofilia, la venta de drogas ilegales y el contenido violento en la plataforma.
Sin embargo, Durov ha declarado que siempre modera el contenido que considera realmente delictivo, pero se niega a proporcionar puertas traseras, información de usuarios o censura generalizada a los estados. Esto lleva a la pregunta de hasta dónde debe llegar la responsabilidad de un creador por el uso que hacen los consumidores de sus herramientas.
La acusación contra Durov ha generado comparaciones con el trato legal a los criminales, ya que se presume su culpabilidad y se le exige que pruebe su inocencia, mientras que a los criminales se les aplican leyes, procedimientos y reglas objetivas.
En última instancia, la situación de Durov pone de manifiesto la tensión entre la libertad individual y la responsabilidad colectiva, y plantea preguntas sobre los límites de la responsabilidad y la autoridad en la moderación de contenido en línea.