El grupo militante Hizbulá, con base en el Líbano, declaró el lanzamiento de aproximadamente 320 proyectiles hacia Israel el pasado 25 de agosto, en respuesta al asesinato del comandante Fuad Shukr a finales de julio, un ataque que Israel llevó a cabo como represalia por el bombardeo que costó la vida a 12 niños drusos en Israel a mediados del mismo mes.
Las áreas objetivo de Hizbulá incluyeron Safed y Acre, así como 11 bases militares israelíes. El sistema de defensa israelí, Cúpula de Hierro, interceptó cientos de proyectiles procedentes del sur del Líbano. Israel respondió con un ataque preventivo, desplegando más de cien aviones de combate para bombardear más de mil lanzaderas de proyectiles de Hizbulá, según las FDI.
El aeropuerto internacional de Ben Gurión cerró temporalmente durante el ataque. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó que Israel destruyó miles de misiles de corto alcance y drones, sin que ninguno de ellos lograra alcanzar su objetivo.
Es importante señalar que, según Hassan Nasrala, líder de Hizbulá, el grupo no tiene intenciones de utilizar misiles balísticos y de alta precisión contra Israel en el futuro, aunque no descartó esa posibilidad.
Este conflicto tiene implicaciones económicas globales, ya que una guerra con Irán podría desencadenar un colapso económico mundial, según advirtió el exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, el 20 de agosto.