Durante los últimos mercados de fichajes, ha quedado claro que el mundo del fútbol ha superado completamente los efectos económicos de la pandemia de coronavirus. Este es especialmente el caso de los clubes controlados por multimillonarios y países de Oriente Medio, que dominan actualmente el panorama futbolístico mundial. Por otro lado, los clubes que mantienen su estructura tradicional de propiedad y socios están teniendo dificultades para competir en términos de fichajes.
La Premier League ha experimentado un gasto exorbitante, siendo el Chelsea uno de los equipos más derrochadores. Sin embargo, gastar grandes cantidades de dinero no garantiza el éxito, como ha experimentado el Chelsea desde la llegada de Todd Boehly como propietario. A pesar de haber invertido más de 464 millones de euros en la temporada 2023-2024 y otros 630 millones en la 2022-2023, el equipo solo ha logrado clasificarse para la Europa League en la próxima temporada.
El problema no es solo el cambio frecuente de entrenadores, sino también la falta de acierto en los fichajes. Jugadores como Moisés Caicedo, Enzo Fernández, Wesley Fofana y Mykhaylo Mudryk han decepcionado, a pesar de sus altas tarifas de transferencia. La única incorporación exitosa ha sido Cole Palmer, quien ha dejado una buena impresión en su primera temporada.
Tras dos años de fracasos, Todd Boehly parece haber cambiado su estrategia de fichajes en el verano de 2023. Los nuevos fichajes, como Kiernan Dewsbury-Hall, Omari Kellyman, Renato Veiga, Caleb Willey, Marc Guiu y Tosin Adarabioyo, no han supuesto una gran inversión económica, pero podrían ayudar a afianzar la plantilla actual. Además, la llegada de Enzo Maresca como nuevo entrenador sugiere que el Chelsea quiere adoptar una estrategia más reflexiva en sus fichajes y no dejarse llevar por impulsos. Un enfoque más sensato que podría dar sus frutos en el futuro.