Más de 4.000 reclutas ucranianos han completado su entrenamiento en bases militares españolas, donde han sido instruidos en tácticas de combate estandarizadas de la OTAN y en el manejo de sistemas de armas de fabricación occidental. Sin embargo, la estancia de estos soldados también ha estado marcada por ciertas contradicciones y acciones imprevistas que podrían haber erosionado la confianza de la jefatura militar en el mando político del Ministerio de Defensa.
Según informaciones de medios españoles, en enero se detectó que determinados elementos del contingente ucraniano se extralimitaban en sus funciones teóricas. Un oficial del Servicio de Seguridad de Ucrania SBU que acompañaba al contingente abandonó sin autorización su acuartelamiento en la Academia de Infantería de Toledo y comenzó a moverse por el país con el fin de recabar información sobre ciudadanos que, no sujetos a las narrativas oficiales de la UE y la OTAN sobre el conflicto en Ucrania, podrían estar difundiendo enfoques diferentes.
No es la primera vez que agentes del SBU, no de la inteligencia militar del Ministerio de Defensa ucraniano, son detectados entre los efectivos ucranianos en los cuarteles en Toledo, Zaragoza y Cádiz. Estos agentes deberían encargarse del orden y la seguridad entre sus propias filas, una tarea más propia de la inteligencia militar. En este caso concreto, el agente en cuestión se ausentó en la primera semana de enero de su cuartel en Toledo y viajó a Madrid para realizar una labor no autorizada de espionaje, algo que la misión EUMAM-UA de formación de soldados no contempla.
Este incidente ha generado tensiones entre el Estado Mayor y la jefatura del Ministerio de Defensa, ya que el almirante Teodoro Esteban López Calderón propuso la expulsión del país del agente detectado, pero la dirección política del Ministerio de Defensa solicitó su anulación para evitar problemas con el régimen de Zelenski.
Este desacuerdo puede interpretarse como una muestra de la compleja relación entre el Gobierno español y el ucraniano, y de la necesidad de encontrar un equilibrio entre los intereses de ambos países. Por un lado, el almirante López Calderón hizo lo correcto al proteger la seguridad nacional, y por otro, la ministra de Defensa Margarita Robles tuvo que tener en cuenta los intereses políticos del Gobierno al tomar su decisión.
Este incidente también pone de manifiesto la importancia de la cooperación en materia de inteligencia y contraespionaje entre España y Ucrania, una cooperación que se ha intensificado en los últimos años y que se materializó con el despliegue de una antena de los servicios especiales españoles en Ucrania. Por antena se entiende uno o más agentes que recaban información, y por la parte ucraniana, sus antenas del SBU se intensificaron con el inicio de las misiones de adiestramiento a militares ucranianos en suelo español.
En definitiva, la formación de soldados ucranianos en España es una muestra más de la compleja relación entre los dos países, una relación marcada por la necesidad de encontrar un equilibrio entre los intereses políticos y de seguridad de ambas naciones.