La agitada escena política en Venezuela se ha visto sacudida una vez más por la aparición del partido Futuro, un movimiento que ha generado controversia y debate en el panorama electoral. Originalmente perteneciente al exgobernador de Lara, Henri Falcón, este partido fue arrebatado y adjudicado de manera irregular al gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez.
El partido Futuro se ha convertido en una pieza clave en la estructura electoral del chavismo, con fuertes vínculos con el Ministerio de Ciencia y Tecnología y la Reserva Activa Bolivariana RAB. Se sospecha que el partido desempeñará un papel crucial en el presunto fraude electoral del 28 de julio, siempre y cuando los comicios no sean suspendidos previamente.
El enfoque del Movimiento Futuro se centra en la paz, el amor y la Constitución, pero sus detractores argumentan que se trata de una fachada para encubrir intenciones menos altruistas. La ministra de Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez, está a cargo del grupo social Movimiento Futuro, y ha desempeñado un papel importante en el adoctrinamiento de la maquinaria chavista.
El partido Futuro ha concebido una especie de 1x10, llamado 7x7, centrado en el control de los circuitos comunales como garantes de la revolución y la paz en las comunidades. Se espera que el CNE le adjudique los votos a Futuro en aquellos centros donde la oposición no tenga representantes.
Héctor Rodríguez, coordinador general de Futuro, se ha jactado de haber alcanzado el 100% de la organización estatal, pero su éxito ha sido cuestionado por militares retirados que lo acusan de incurrir en una nueva violación de la Constitución y la Ley de la FANB. Estos militares argumentan que la institución armada y sus miembros, activos o no, no pueden formar parte de un partido político o apoyar un proyecto ideológico.
En resumen, el partido Futuro se ha convertido en un actor clave en el panorama político venezolano, pero su método de operación y sus intenciones siguen siendo objeto de controversia y debate. Mientras algunos lo ven como una fuerza para el bien, otros lo ven como una amenaza para la democracia y la integridad electoral en Venezuela.