Kylian Mbappé, el prodigio del fútbol francés, se despidió entre lágrimas del Parque de los Príncipes, mientras los fanáticos radicales del fondo Auteuil le rindieron un sentido homenaje con un tifo espectacular y una pancarta que decía: Niño de la banlieue parisina, te has convertido en una leyenda del PSG. Sin embargo, el club se mantuvo distante y no hubo ningún gesto oficial de despedida, en marcado contraste con la celebración que tuvo lugar hace dos años cuando renovó su contrato.
Los ultras, conocidos por su pasión y lealtad, encendieron bengalas rojas y desplegaron un enorme tifo con Mbappé en el centro, rodeado de laureles. El delantero, conmovido por el gesto, fue a saludarlos y agradecerles su apoyo. Pero el club, que una vez organizó una gran fiesta con fuegos artificiales y camisetas especiales, esta vez se mantuvo en silencio.
Mbappé, consciente de que a veces se le acusa de ser frío, hizo un par de guiños a los seguidores parisinos en el vídeo en el que anunció su marcha. Compartió una barbacoa en las afueras del estadio con un millar de seguidores del grupo Colectivo Ultras París, acompañado de sus padres y su hermano Ethan. Pero este gesto no fue bien recibido por la planta noble del club, especialmente porque Mbappé agradeció a todos los entrenadores y directores deportivos, pero no mencionó al presidente Al-Khelaifi.
Además, se rumorea que la cuestión de la compensación económica al club puede estar pendiente, lo que ha enfriado aún más las relaciones entre el jugador y el club. Se dice que Mbappé puede renunciar a parte de sus primas de fidelidad o pagar parte de la prima de fichaje que reciba de su próximo club, previsiblemente el Real Madrid. Pero lo más importante para Mbappé es el cariño de los aficionados, y eso es algo que el club no puede comprar.