En una Italia dorada por la presencia de Vialli y Mancini en la vanguardia, con Altobelli esperando su oportunidad en el banquillo, un centrocampista de corte defensivo como Ancelotti se colgó el número 9 en su única Eurocopa, la de 1988, donde se cruzó en el camino de una España beligerante.
Ancelotti, un nombre que brilló en el firmamento del fútbol italiano, antes de hacer historia en el Milan, dejó su huella en la Roma de Paulo Falcao y Bruno Conti. Sin embargo, las lesiones le impidieron participar en la final de la Copa de Europa de 1984, donde el Liverpool se alzó con la victoria en la tanda de penaltis.
Pero Carletto se tomó la revancha. Para los amantes del fútbol, su nombre estará siempre ligado al de Ruud Gullit, Marco van Basten, Franco Baresi, Frank Rijkaard o un joven Paolo Maldini en la conquista de dos Copas de Europa.
Entre dos Mundiales, México 1986 e Italia 1990, en los que tuvo una participación casi insignificante, con una sola titularidad en el partido de consolación ante Inglaterra por la tercera plaza, Ancelotti disputó 26 partidos internacionales y anotó un solo gol, en su debut inolvidable contra Países Bajos.
Titular indiscutible en el centro del campo de una Italia que contaba con Roberto Donadoni, Giuseppe Giannini y Fernando De Napoli, Ancelotti necesitaba la victoria en el segundo partido de la fase de grupos contra España, tras el empate frente a Alemania Occidental, mientras que la Roja, dirigida por Miguel Muñoz, derrotaba a Dinamarca con goles de Míchel, Emilio Butragueño y Rafa Gordillo.
En el Waldstadion de Fráncfort, en aquel entonces Alemania Federal, Ancelotti tomó el mando del juego de una Italia que sudó para superar a España. A pesar de ser superados en el juego, duras entradas de Tomás Reñones, Miquel Soler o Víctor Muñoz frenaron por momentos al rival hasta que Ancelotti encontró la línea de pase al movimiento de Vialli, quien definió con un disparo cruzado imposible de alcanzar para Andoni Zubizarreta.
Un mundo al revés. El dorsal del goleador, el 9, lo llevaba el centrocampista que imponía el equilibrio y que impulsó a Italia hacia el pase a las semifinales, donde finalmente se despidió de su única Eurocopa, inferior ante la Unión Soviética.