
Thomas Müller hizo su entrada en el terreno de juego frente al PSG, en una ocasión en la que su equipo se encontraba en desventaja. Desafortunadamente, en esta ocasión, el alemán no pudo desempeñar su habitual rol de salvador. Durante más de una década, Müller ha sido conocido por ser ese jugador que aparece en los momentos más cruciales del partido, gracias a su instinto y su capacidad para desestabilizar al rival. Sus goles han sido comparados con resolver un crimen accidentalmente, ya que su estilo de juego ha sido siempre más eficaz que vistoso.
De hecho, se ha tenido que crear un término especial para definir su papel en el campo: Raumdeuter, que se traduce como intérprete de espacios. Este término no se refiere a un rol específico, sino a una forma única de ver el fútbol desde la perspectiva de Thomas Müller. Su presencia en el campo era capaz de desordenar al rival y forzar el movimiento ganador, gracias a su capacidad para ofrecerse en el espacio vacío y no al pase directo.
Müller ha sido durante muchos años el hilo conductor en el equipo del Bayern, sobreviviendo a entrenadores y jugadores, y siempre estuvo presente en los momentos clave del equipo. Su influencia se refleja en los 33 títulos que ha logrado con el equipo, incluyendo 13 Bundesligas y dos Champions. Más allá de sus 250 goles y 223 asistencias, el legado de Müller va más allá de los números, ya que su filosofía de juego ha sido clave para el éxito del equipo.
Ahora, con su retirada del Allianz Arena, el Bayern se enfrenta a un futuro sin uno de sus jugadores más emblemáticos y singulares. Thomas Müller será recordado como un jugador único, con un estilo de juego que desafió las convenciones y que siempre fue eficaz, incluso cuando no era vistoso. Su legado seguirá vivo en el club, y cuando el Bayern mire hacia atrás, encontrará siempre a Müller en la retina, donde siempre estuvo.,