
Un estudio reciente realizado por Anderson Gañán Moreno, docente del Politécnico Grancolombiano, y Sofía Vásquez, investigadora de la Universidad EAFIT, ha puesto de manifiesto que la percepción de fealdad en jóvenes colombianas puede dañar su salud mental, provocando ansiedad, depresión y trastornos alimentarios. La autopercepción de fealdad, una herida invisible que comienza con comentarios supuestamente inofensivos, puede convertirse en una carga emocional profunda y duradera.
La sociedad actual, saturada de filtros, estereotipos y representaciones ideales de belleza, puede llevar a que la falta de confianza en uno mismo no sea simplemente una inseguridad pasajera, sino una carga emocional profunda con efectos tangibles en la salud mental. El estudio analiza cómo la autoimagen negativa afecta el bienestar psicológico de las jóvenes colombianas y revela cómo la comparación constante, los comentarios familiares, la presión estética, la ropa que no encaja y el juicio permanente del entorno pueden dar forma a un malestar subjetivo que no siempre se expresa, pero que permanece latente.
Una de las jóvenes entrevistadas en el estudio, quien desde pequeña oyó comentarios sobre su cabello rizado, se sintió en desventaja y desarrolló una imagen corporal negativa. Otra se avergonzó de su color de piel desde la infancia y aprendió a esconderlo. Los juicios externos, especialmente los emitidos por la familia, pueden configurar el núcleo de una autoestima frágil. Algunas jóvenes vinculan directamente estos comentarios con el surgimiento de la ansiedad, depresión e incluso trastornos alimentarios. Una participante relató cómo se cuestionó su lugar, su carrera y su valor después de que le dijeron que las psicólogas tenían que ser bonitas.
Muchas jóvenes intentan resistir, pero lo hacen desde la contradicción. Algunas se aíslan, otras buscan seguridad o hacen bromas sobre su apariencia para tomar el control antes de ser blanco de burlas. Otras recurren al ejercicio o a dietas con el fin de recuperar el control, mientras que algunas simplemente desaparecen del radar social. Anderson Gañán afirma que el enfoque debe ir más allá de las frases motivacionales y abordar la historia de vida, las emociones reprimidas, los aprendizajes familiares y los estereotipos internalizados si se quiere transformar realmente el bienestar de las jóvenes.
El estudio no solo visibiliza una problemática común y a menudo ignorada, sino que también propone mirar el cuerpo con otros ojos: los propios, no los impuestos. Detrás de cada joven que se siente fea, hay una historia que no se cuenta en el espejo, pero que puede marcar la vida entera.,