
No es necesario estar cara a cara con un delincuente para ser víctima de un ilícito, basta con atender una llamada telefónica. Una voz desconocida afirma tener a un ser querido, proporciona detalles creíbles y, en cuestión de segundos, te tiene en vilo. Aunque no se trata de una novedad en el ámbito criminal, la extorsión indirecta ha evolucionado con la tecnología. Se vale de números ocultos, mensajes breves o incluso llamadas desde centros penitenciarios.
La extorsión es uno de los delitos con mayor incidencia en México, y aunque la modalidad directa es la más extendida en los últimos años, la indirecta también representa un desafío para las autoridades. Para comprender esta problemática, es crucial saber identificarla.
La extorsión telefónica es una de las modalidades más comunes de extorsión indirecta. El delincuente se hace pasar por una autoridad, un miembro de un grupo delictivo o una persona en apuros, exigiendo dinero o información personal a través de amenazas o engaños. Lo que la distingue de otros delitos es la coacción o intimidación, dejando a la víctima sin libertad de decisión.
A medida que la tecnología avanza, la extorsión se ha vuelto más sofisticada. Ahora también se realiza a través de correos electrónicos, mensajes de texto, redes sociales o aplicaciones de mensajería. Incluye amenazas de divulgar información privada, manipulación con inteligencia artificial o chantajes por supuestos delitos informáticos. Esta modalidad se dirige especialmente a jóvenes y personas con alta exposición en redes.
Entre las formas de extorsión indirecta, también destaca el secuestro virtual, en el que los delincuentes simulan haber secuestrado a un ser querido, exigiendo un rescate inmediato. A diferencia de la extorsión tradicional, en esta modalidad nunca se tiene contacto físico con la víctima, y el objetivo es generar miedo e incertidumbre.
En caso de ser víctima de extorsión telefónica, lo primero es mantener la calma y prestar atención a los detalles proporcionados por el extorsionador, como el número de teléfono, el sexo de la persona y el monto exigido. No se debe cuestionar al extorsionador ni negarse a negociar, ya que esto podría empeorar la situación. Lo recomendable es comunicarse con la persona supuestamente secuestrada y verificar su seguridad, y terminar la llamada una vez que se haya establecido su bienestar.
Para prevenir la extorsión telefónica, se aconseja no proporcionar información personal a extraños, mantener comunicación constante con familiares, no responder a números desconocidos y reportar cualquier intento de extorsión a las autoridades. Es importante estar atento a señales de alerta, como promesas de altos rendimientos, documentos falsos o solicitudes repentinas de dinero.
En la próxima entrega, explicaremos cómo operan las redes de extorsión en entornos presenciales y qué señales de alerta deben tomarse en cuenta.,