La emoción de la Champions League se apoderó de nosotros una vez más esta semana El Borussia Dortmund y el Real Madrid se abrieron paso a la gran final, dejando atrás a poderosos rivales como el París Saint-Germain y el Bayern Múnich. Sin embargo, el triunfo de los merengues no estuvo exento de controversia, ya que un controvertido llamado de atención del árbitro privó a los bávaros de un gol legítimo.
Este episodio recordó a los aficionados un escándalo arbitral ocurrido hace quince años, conocido como el Robo en Stamford Bridge. En aquella ocasión, el FC Barcelona y el Chelsea se enfrentaron en una emocionante semifinal que desembocó en una de las mayores polémicas en la historia de la Champions League.
El Chelsea, liderado por el temible Didier Drogba, se impuso en el partido de ida en el Camp Nou con un marcador de 0-0. En el encuentro de vuelta, los blues se adelantaron en el marcador gracias a un gol de Essien en el minuto 9. A pesar de la expulsión de Abidal en el minuto 66, el Barça logró empatar el partido en los últimos minutos gracias a un gol de Iniesta, desatando la euforia en el Camp Nou.
Sin embargo, el árbitro noruego Tom Henning Ovrebo se convirtió en el protagonista de la noche al negar dos claras penales al Chelsea en los minutos finales, lo que desató la ira de los jugadores y aficionados londinenses. Incluso el delantero Drogba se ganó una tarjeta amarilla por insultar al árbitro después del partido.
Años más tarde, el árbitro noruego reconoció que cometió errores durante aquel partido y que debió haber cobrado al menos uno de los penales a favor del Chelsea. No especificó cuál de las jugadas polémicas habría cobrado, pero admitió que su preocupación por no ser engañado por el equipo local podría haber influido en su percepción negativa.
En definitiva, estos episodios demuestran la importancia del arbitraje en el fútbol y la necesidad de implementar sistemas más precisos y justos, como el VAR, para evitar polémicas innecesarias y garantizar un deporte más transparente y equitativo.