Bajo el mandato de Nicolás Maduro, el presidente venezolano ha mostrado una clara inclinación hacia diversas religiones, especialmente hacia los cristianos evangélicos, según han informado en actos de gobierno, y como lo atestigua el reciente recibimiento de un grupo de pastores evangélicos en el palacio presidencial de Miraflores en Caracas.
El pasado 15 de junio, Maduro proclamó el Día del Arrepentimiento y la Esperanza en Cristo, declarando solemnemente: Entrego mi nación a Cristo para que sea el dueño absoluto de esta patria bendita. Este acto, transmitido por el canal estatal Venezolana de Televisión, subraya su creciente cercanía con el cristianismo evangélico.
No obstante, Maduro ha confesado en el pasado su adhesión a diversas creencias, incluyendo religiones orientales y cristianismo, e incluso afirmó haber sido ateo en su juventud. Ha visitado templos católicos y ha mostrado devoción por las vírgenes, anunciando con entusiasmo la pronta canonización de José Gregorio Hernández por parte del Vaticano.
Sin embargo, en los últimos meses, los cristianos evangélicos han sido los principales interlocutores de sus encuentros religiosos. El doctor en ciencia política Guillermo Tell Aveledo describe este acercamiento como un hito dentro del chavismo, al punto que Maduro ha sido nombrado protector de la familia por pastores evangélicos en reconocimiento a su compromiso con la defensa del núcleo familiar como fuerza vital de la sociedad.
Aveledo destaca que, si bien es legítimo que un gobierno se acerque a las iglesias y sus comunidades, el uso político y simbólico de la religión puede resultar controvertido. En el contexto electoral venezolano, este acercamiento podría interpretarse como un intento de atraer a votantes conservadores temerosos de una supuesta restauración católica.
El politólogo Piero Trepiccione coincide en que es esencial mantener buenas relaciones con todos los credos en la nación, pero advierte que, en este caso concreto, la religión se está utilizando con fines electorales. Maduro está creando alianzas con los cristianos evangélicos, uno de los grupos más organizados y activos en el país, con el objetivo de garantizar su apoyo en las próximas elecciones presidenciales.
En definitiva, el acercamiento de Maduro a los grupos religiosos parece estar motivado por intereses electorales, sin que exista una verdadera intención de convertir a Venezuela en una teocracia. No obstante, la politización de símbolos religiosos siempre debe ser considerada con cautela, ya que puede generar tensiones y divisiones en la sociedad.